La boda es un momento especial que permanece grabado en nuestra memoria para siempre.
Aunque a veces fingimos que no tiene tanta importancia, en lo más profundo de nuestro ser todos deseamos encontrar a esa persona con la que compartir nuestra vida – en las buenas y en las malas.
Sylvia pensaba de manera similar sobre la vida, y cuando Robert apareció en su camino, sintió una gran felicidad. Formaban una pareja maravillosa, planificando su futuro juntos.
Robert, un hombre de 30 años, le pidió a Sylvia que se casara con él durante unas vacaciones en la playa, y ella aceptó sin dudar, sabiendo con certeza que quería pasar el resto de su vida a su lado y formar una familia.
Todas sus amigas la envidiaban por tener una pareja tan perfecta, y Sylvia con orgullo contaba sobre sus excursiones, las comidas preparadas por Robert y los regalos costosos, como el reloj.
Con gusto aceptó la responsabilidad de organizar la boda, ya que soñaba con que fuera un día sacado de un cuento de hadas.
Sylvia confiaba en el gusto de Robert, pero sentía que ella misma debía encargarse de los detalles.
Sin embargo, con el tiempo, compartió con nosotros la impactante verdad: «Robert parecía el hombre perfecto para mí.
Sentía como si pudiera leer mis pensamientos y cumplir cada uno de mis deseos. Cuando me pidió matrimonio en la playa al atardecer, quedé completamente cautivada.»
La boda se celebró nueve meses después en el pueblo natal de Sylvia. Eligió a su mejor amiga, que vivía al lado, como su testigo.
Sylvia estaba feliz de que su amiga fuera parte de ese día tan especial. Pero, ¿sabía lo que le esperaba más adelante?
El día de la boda todo parecía perfecto. Los votos matrimoniales fueron emotivos, y la familia y los amigos, incluida la testigo, miraban la ceremonia con los ojos llenos de lágrimas.
Después de la iglesia, los recién casados se dirigieron a la recepción, donde tuvo lugar su primer baile. Sylvia decidió cambiarse de vestido después del primer baile y la cena. Fue a la habitación de su testigo para hacerlo.
Cuando abrió la puerta, lo que vio la dejó sin aliento: su esposo estaba desnudo junto a su testigo. La escena le dejó sin palabras.
Confusa y devastada, Sylvia bajó rápidamente a la fiesta para contarles a los invitados lo que había ocurrido. Tomó el micrófono y les dijo: «Gracias a todos por venir.
Lo aprecio, pero mi diversión ha terminado, porque mi esposo está acostándose con mi testigo en la habitación.»
Sylvia abandonó la boda, mientras Robert intentaba disculparse y explicar que todo había sido un error. Sin embargo, Sylvia no pudo aceptar la traición, especialmente en un día tan importante.
¿Cómo podría confiar en él nuevamente? Su testigo también la había traicionado de una manera brutal que no podía imaginar.
Un año después, Sylvia declaró que había perdido la fe en el amor. «Ya no creo que alguien tenga buenas intenciones conmigo. La gente simplemente es falsa» – escribió.
La boda de Sylvia permaneció como un recuerdo traumático que destruyó su fe en el amor y en la sinceridad de las personas.