„Un hombre sucio en el jardín – mi cuñado no sabía que una vez me salvó la vida.”

ENTRETENIMIENTO

Una tarde fría de otoño, cuando miré por la ventana, vi a un hombre encogido sentado junto a la valla en nuestro jardín.

Sus ropas gastadas estaban empapadas, la lluvia le caía por la cara y sus manos temblaban de frío.

Sentí una inquietud repentina, pero antes de pensar demasiado, tomé mi abrigo y salí al exterior.

«¿Qué hace usted aquí?», le pregunté con cautela, aunque mi corazón estaba lleno de preocupación.

«Solo busco refugio… por un momento», respondió en voz baja.

A pesar de mis dudas, lo invité a entrar, sabiendo que no a todos en la casa les gustaría. Y, como esperaba, en cuanto el hombre cruzó el umbral, mi cuñado Miguel apareció en el pasillo.

«¿Quién es este?», exclamó. «¡Esto no es un refugio!»

Su mirada estaba llena de ira, como si mi decisión fuera una ofensa personal.

Conflicto en la mesa

Llevé al hombre a la cocina y le serví un plato de sopa caliente. Hablaba poco, se notaba lo cansado y hambriento que estaba. Sin embargo, Miguel no cedía.

«¡Esto es irresponsable!», gritaba. «¿Cómo sabes quién es? ¡Tal vez es un estafador o un ladrón!»

«Miguel, cálmate», le respondí con calma. «Él necesita ayuda.»

«¿Y qué pasa con nuestra familia? ¿Vas a poner a todos en peligro?»

Sus palabras caían como flechas afiladas, y la tensión en el ambiente era insoportable. Pero no podía dejar que echaran a alguien que claramente necesitaba apoyo.

Un secreto del pasado

Finalmente, el hombre, que se presentó como Román, levantó la vista. Nuestros ojos se encontraron y supe de inmediato que tenía algo importante que decir.

«Usted me conoce, pero tal vez no lo recuerde», comenzó tímidamente. «Hace años, cuando usted tuvo problemas con…»

En ese momento, el aire se me cortó. De repente, recuerdos de tiempos lejanos inundaron mi mente. Yo era joven, estudiante, y me había metido en enormes deudas.

Fue Román, entonces vigilante de seguridad, quien notó mis intentos desesperados por ocultar mis problemas y fue el único que me tendió la mano.

Me ayudó a encontrar trabajo y salir de la miseria.

Miguel, al escuchar esto, se quedó paralizado. Su ira dio paso a una sorpresa silenciosa y luego bajó la mirada.

La verdad sale a la luz

«Conozco a este hombre», dijo de repente Miguel. «Y tengo cuentas pendientes con él.»

Román lo miró, y entre ellos se estableció un silencio tenso. Resultó que Miguel conocía a Román desde los tiempos en que trabajaba como guardia de seguridad.

Un día, Miguel tuvo problemas legales, y Román se negó a hacerle un favor inmoral que le pidió.

«La verdad es que Román actuó con integridad, y yo… yo no», dijo Miguel con amargura. «Lo siento.»

¿Cómo terminó la historia?

Román pasó la noche en nuestra casa, y por la mañana encontré un lugar para él en un refugio cercano. Miguel, que al principio estaba molesto, finalmente reconoció que había actuado de manera injusta.

Hoy todos sabemos que Román, a pesar de sus dificultades, mantuvo su dignidad y honestidad, cualidades que a veces faltan incluso a aquellos que lo tienen todo.

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