Unos minutos antes de la boda, me encontraba junto a la entrada de la iglesia, con el corazón acelerado, sosteniendo una carta de mi madre que había encontrado por accidente en el bolsillo de mi saco.
La novia ya me esperaba en el patio de la iglesia, ajustándose el vestido, y yo, por mi parte, luchaba por controlar mis nervios.
Para distraerme un poco, metí la mano en el bolsillo en busca de un caramelo de menta, como siempre hacía para tranquilizarme y ordenar mis pensamientos.
Sin embargo, en lugar del dulce habitual, encontré un sobre. En él, con una letra delicada, leí: «A mi querido hijo. Lee esto antes de casarte.»
Un sentimiento de inquietud me invadió de inmediato. ¿Y si lo que estaba a punto de leer cambiaba mi decisión? ¿Y si, al abrir esa carta, todo lo que había planeado se venía abajo?
La incertidumbre me paralizó por un momento, pero algo dentro de mí me impulsó a abrir el sobre.
Con manos temblorosas, rompí el sello y desplegué la carta. Las palabras de mi madre me llegaron al alma al instante:
«Mi querido hijo, hoy das un paso muy importante en tu vida.
Estás creando una familia, y si tu corazón está lleno de amor y confianza, por favor, recuerda estas palabras que te ofrezco con todo mi cariño.
Ama a tu esposa con todo tu ser, respétala, cuídala en todo momento.
Recuerda que la belleza exterior es efímera, pero la verdadera belleza siempre viene del interior.
Apóyala incluso cuando no te lo pida, porque muchas veces las mujeres esconden sus miedos y preocupaciones.
No permitas que el dinero se convierta en un obstáculo entre ustedes. La riqueza no define la felicidad; el verdadero bienestar no depende de lo material.
Evita las palabras duras y los comentarios que hieren. Pueden dejar cicatrices profundas, difíciles de sanar.
Y nunca, bajo ninguna circunstancia, busques consuelo en los brazos de otra mujer. Eso sería una traición. Solo tu esposa debe ser quien te brinde consuelo y quien siempre encuentres a tu lado.
Valora todo lo que tienes. Una familia fundada en el amor y la comprensión es el mayor regalo que la vida te puede dar.
Y recuerda siempre, tu padre y yo estaremos aquí para apoyarte, sin importar lo que pase.
Con todo nuestro amor, tu mamá.»
Al leer las últimas palabras, sentí como si un nudo se formara en mi garganta y mis ojos se llenaran de lágrimas.
En ese instante, me di cuenta de cuán afortunado había sido al tener unos padres tan sabios y amorosos.
Hoy, en este día que no solo marca el inicio de un nuevo capítulo en mi vida,
sino que también me recuerda lo que significa realmente asumir la responsabilidad de cuidar y amar a otra persona, supe que estaba listo.
Estaba listo para amar y proteger a mi futura esposa, tal y como mi madre me había enseñado.
Con esta carta en las manos, me sentí no solo más seguro, sino también más decidido a honrar los valores y el amor que me habían transmitido durante todos estos años.
Nunca olvidaré este día; no solo es el comienzo de una nueva vida, sino también el momento en que tomo el legado de mis padres y me dispongo a cuidar de mi propia familia.