“Bajo la Superficie: El Secreto que Casi Rompe un Matrimonio Perfecto”

ENTRETENIMIENTO

Mariana y Andrés llevaban cinco años casados. A ojos de todos, eran la pareja perfecta: sonrientes en las fotos, cariñosos en las reuniones familiares y siempre atentos el uno con el otro.

Pero bajo esa fachada de perfección, había grietas que solo ellos podían ver. Últimamente, Andrés llegaba tarde a casa, con excusas vagas y un perfume ajeno adherido a su camisa.

Una noche, Mariana no pudo más con las dudas y decidió enfrentarlo. Sin embargo, cuando Andrés entró a casa, su teléfono sonó. Sin darse cuenta de que su esposa estaba cerca, respondió con un tono bajo.

—Mamá, no puedo más. Esto se me está saliendo de las manos.Mariana se quedó paralizada detrás de la puerta de la cocina. Andrés rara vez hablaba con su madre de cosas importantes. Aguzó el oído.

—No, no le he dicho nada a Mariana. Si ella descubre lo que hice… no sé si podrá perdonarme.El corazón de Mariana empezó a latir con fuerza. ¿De qué estaba hablando su esposo?

—Todo empezó hace seis meses —continuó Andrés—. No fue planeado, simplemente sucedió. Pero ahora ya no hay marcha atrás. No solo está en juego mi matrimonio, mamá, sino… todo.

Mariana se tapó la boca para no soltar un grito ahogado. Su mente volaba con posibilidades: ¿Andrés tenía otra mujer? ¿Un hijo fuera del matrimonio? ¿Había cometido un crimen?

La conversación terminó abruptamente. Andrés colgó y fue directo al baño. Mariana aprovechó el momento para revisar el teléfono de su esposo, pero estaba bloqueado. Sintió un nudo en el estómago.

Los días siguientes, Mariana actuó con normalidad, aunque por dentro se consumía. Finalmente, decidió enfrentar a la única persona que podía tener las respuestas: la madre de Andrés.

—¿Qué está pasando con Andrés? —preguntó Mariana directamente cuando fue a visitarla.La mujer bajó la mirada y suspiró.

—Hija, Andrés no quería que te enteraras así… pero él… él tomó dinero de su empresa. Mucho dinero. Y ahora está siendo extorsionado.Mariana sintió que el suelo desaparecía bajo sus pies. No era una amante, no era un hijo secreto… era un delito.

Cuando Andrés llegó a casa esa noche, Mariana lo esperaba en el sofá, con los ojos enrojecidos.

—Lo sé todo, Andrés.

Él se quedó helado, incapaz de articular palabra.

—Vamos a solucionar esto juntos —dijo Mariana con firmeza—. Pero no más secretos.

El peso del secreto cayó como un muro entre ellos, pero también abrió una puerta hacia la redención. A veces, el amor no solo es un refugio, sino también un puente para cruzar los abismos más oscuros.

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