Dejé a mi esposa durante nuestro 10º aniversario de bodas en el restaurante. Cuando su madre se enteró del motivo, me aconsejó que pidiera el divorcio.

ENTRETENIMIENTO

Cuando nos sentamos a la mesa, le hice una pregunta a Fiona para romper el silencio entre nosotros. Ella levantó la mirada de repente, con una expresión de sorpresa en el rostro, y murmuró: “Oh, sí. Solo estaba revisando algo rápido.”

Asentí, aunque me costaba ocultar mi decepción.Esa noche se suponía que sería especial, un momento para celebrar nuestro aniversario de bodas, pero ella parecía estar a kilómetros de distancia.

El camarero se acercó a nuestra mesa, sosteniendo los menús en la mano, y preguntó amablemente:“¿Les puedo recomendar nuestro especial de aniversario? Una botella de champán como aperitivo.”

“Suena perfecto,” respondí, enviándole a Fiona una sonrisa esperanzada. “¿Qué piensas, cariño?” Pero ella seguía mirando su teléfono, con los ojos perdidos en otro mundo. “¿Hm? Oh, claro. Lo que tú quieras,” dijo distraídamente.

Un suspiro pesado escapó de mis labios mientras pedía el champán.Cuando el camarero se fue, extendí mi mano sobre la mesa y toqué suavemente la mano de Fiona, esperando captar su atención.

“Cariño, ¿quizás podríamos dejar los teléfonos a un lado? Hoy es nuestro aniversario,” le pedí.Fiona pareció despertar de un sueño y su expresión mostró un destello de culpa. “Tienes razón, lo siento. Es que… esta nueva serie de videos que encontré…”

Luché por no mostrar mi enojo mientras la interrumpí: “¿Otra serie de bromas virales?”“¡Son divertidísimas, Aidan! De verdad, deberías verlas,” comenzó a decir emocionada,

pero yo ya no estaba escuchando mientras describía con entusiasmo la última broma que había visto.Mis pensamientos volvieron a las últimas semanas y sentí un nudo formarse en mi estómago.

Todo había empezado de forma inocente, con Fiona mostrandome videos graciosos en su teléfono mientras ambos reíamos juntos. Pero pronto comenzó a recrear esas bromas en casa.

Una vez saltó detrás de la cortina de la ducha y casi me provoca un infarto.Luego estuvo la araña falsa en la lonchera de Nora, que hizo llorar a nuestra hija, y la broma del vidrio roto, que mantuvo a Callum alejado de la cocina durante días.

Cada vez, Fiona se reía y minimizaba mis preocupaciones. “¡Solo es una broma! ¡No seas tan serio!” decía. Pero yo veía el miedo en los ojos de nuestros hijos y sentía el peso de la tensión constante en mis hombros.

Ya no era gracioso; era agotador.Regresé al presente cuando el camarero trajo el champán. Fiona seguía hablando animadamente, gesticulando mientras explicaba la última broma viral que había visto.

De repente, se levantó. “Necesito un momento. Ya vuelvo.” La observé alejarse mientras una sensación de inquietud se extendía en mi estómago. Algo no estaba bien.

De pronto, hubo conmoción detrás de mí. Me giré y vi a Fiona tropezar entre las mesas, llevándose las manos a la garganta con expresión de pánico. “¡No puedo respirar!” jadeó mientras caía de rodillas. “¡Ayuda!”

El restaurante se sumergió en el caos. La gente corrió hacia ella, pidiendo ayuda. Yo me quedé paralizado, incapaz de procesar lo que estaba pasando. Entonces, Fiona comenzó a reírse.

“¡Solo era una broma!” gritó mientras se ponía de pie.El silencio que siguió fue ensordecedor. Sentí que todos los ojos del restaurante estaban sobre mí. La sonrisa de Fiona permaneció en su rostro, sin notar las miradas atónitas de los demás.

“Señora, eso fue extremadamente inapropiado,” dijo el gerente mientras se acercaba a nuestra mesa. “Le pido que se retire.”Me levanté y tomé mi abrigo. “Me voy,” dije con la voz temblorosa por la rabia. “Y mi esposa no vendrá conmigo.

Puede llamar un Uber para volver a casa.”La sonrisa de Fiona desapareció. “¡Oh, vamos! ¡Era solo una broma!”No respondí. Salí rápidamente hacia el auto y conduje antes de que pudiera reaccionar.

Cuando llegué a casa, fui directamente a las habitaciones de los niños. “Empaquen sus mochilas,” les dije a Nora y Callum. “Nos quedaremos unos días con el tío Declan.”

Una hora después, golpeaba la puerta de mi hermano con dos niños somnolientos a mi lado. Declan nos miró y nos dejó entrar en silencio.Mi teléfono vibraba constantemente con los mensajes de Fiona, pero los ignoré.

A la mañana siguiente, Greta, la madre de Fiona, me llamó. Su voz era dura y exigente. Después de explicarle todo, ella suspiró con pesar.“Por favor, Aidan. No te rindas con ella.”

Guardé silencio por un momento y finalmente dije: “Le daré una última oportunidad. Pero no prometo nada.”Colgué y me quedé mirando el amanecer por la ventana, preguntándome si realmente había algo que salvar.

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