Después de la muerte de Edith, Charlie se dedicó por completo a criar a sus hijas, tratando de seguir adelante con su vida, pero el vacío que dejó su esposa nunca desapareció.
Un año después, conoció a Gaby, una mujer que rápidamente se integró en su vida y, eventualmente, se convirtió en su esposa.
Al principio, todo parecía ir bien, pero pronto comenzaron a surgir tensiones, especialmente cuando se trató del fondo fiduciario que Edith había dejado para sus hijas.
El dinero de Edith estaba destinado a asegurar el futuro de sus hijas, y Charlie lo veía como un legado sagrado de su difunta esposa.
Sin embargo, Gaby comenzó a presionarlo para que compartiera ese dinero con sus propias hijas.
Ella insistió en que, ahora que eran una familia, todas debían tener acceso al fondo.
A pesar de las presiones de Gaby, quien lo acusaba de anteponer la memoria de Edith a su vida juntos, Charlie se mantuvo firme.
Le explicó que el dinero era para el futuro de sus hijas, tal como lo había querido Edith, y estaba dispuesto a defender esa decisión a toda costa.
Las tensiones aumentaron, pero Charlie se dio cuenta de que debía poner límites para proteger el futuro de sus hijas y el legado de Edith.
Decidió mantenerse firme en su decisión, incluso si eso significaba perder a Gaby.
Al final, cuando el conflicto alcanzó un punto en el que ya no podía seguir cediendo, Charlie eligió priorizar el bienestar de sus hijas y la memoria de Edith.
Sabía que había tomado la decisión correcta, aunque eso significara perder a Gaby.