Ángel, el perro maltratado, desplegó sus alas y voló hacia un futuro mejor.

ENTRETENIMIENTO

Angel, un nombre poético para un perro sumido en el infierno. No solo era su nombre, sino una cruel paradoja. Vivía un verdadero calvario, encerrado en un canil sórdido, drogado regularmente para mantenerse bajo control.

Detrás de sus ojos inocentes se escondía un alma torturada, marcada por el dolor y la desesperación, incapaz de comprender por qué la vida le imponía tal prueba.

Las cadenas que lo aprisionaban finalmente fueron rotas por sus verdugos, pero no fue una liberación verdadera. Lo abandonaron, entregándolo a otras personas.

Para este perro maltratado, una nueva esperanza parecía asomar en el horizonte, un frágil sueño de una existencia mejor. Pero el destino, implacable, había decidido otra cosa.

Sus nuevos propietarios, lejos de ofrecerle la calidez de un hogar, lo relegaron a la cruel soledad de un balcón, donde pasaba más de 12 horas al día.

Angel, prisionero de este infierno cotidiano, era dejado a su suerte, nadando en sus propios excrementos, su destino convertido en una verdadera pesadilla.

En un último acto de desesperación, una adiestradora de perros decidió dar la espalda a esta situación intolerable y contactar a Au petit bonheur de nos oubliés, una organización dedicada a la protección de los animales.

Así fue como, después de años de tormentos, Angel vislumbró una nueva chispa de esperanza. Se abrió una puerta, llevando a un camino incierto pero prometedor, el de la liberación.

Sin embargo, incluso detrás de los muros protectores de la organización, Angel aún tenía un largo camino por recorrer. Su primera experiencia en una familia de acogida resultó desastrosa: su falta de socialización, combinada con comportamientos caninos inadecuados, lo llevó a atacar a los otros perros de la casa.

Este nuevo fracaso lo sumió de nuevo en la angustia. Tras este incidente, Furball fue colocado en una familia de acogida mientras se encontraba una solución definitiva.

Traumatizado por los malos tratos, temeroso de las personas y agresivo con los perros machos, continuó recibiendo la valiosa ayuda de un terapeuta conductual.

Pero, ¿vería Angel algún día la luz al final del túnel? Como decía el escritor ruso Fiodor Dostoievski:

“Una vida sin esperanza es el fin de la vida.” Sin embargo, en medio del abismo,

Angel finalmente vislumbró una estrella que brillaba en la oscuridad.

Agosto de 2021 marcó un punto de inflexión decisivo en la vida de Angel. Una joven pareja, Florian y Capucine, ambos en formación para convertirse en veterinarios, decidió aventurarse como padres de acogida por primera vez.

Se pasó una nueva página, no solo para Angel, sino también para estos dos jóvenes.

Con paciencia y amor, “Angel se transformó gradualmente en el perro que siempre debió ser, liberado de todos los aspectos oscuros de su pasado.”

Esta nueva vida, tan esperada, comenzaba finalmente a tomar forma.

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