Aunque no lo creas, los perros tienen conciencia y sentimiento, y un estudio con escáner cerebral así lo demuestra. Esto es lo que debemos saber desde ahora.
¿Los perros tienen sentimientos? ¿Son capaces los animales de sentir empatía? La percepción que tenemos de los animales se encuentra en un continuo proceso de cambio. Sin embargo, la respuesta es afirmativa, aunque poco se haya hablado de esto.
¿Qué dice la ciencia sobre esto? Quédate hasta el final, pues cuando termines, tu visión sobre ellos cambiará.
La conciencia de los animales y los perros
Tanto la comunidad científica como el mundo jurídico han sido reacios a aceptar que los animales son seres que sienten y padecen como cualquier persona. Dado que no se conocía mucho de sus mentes, se optó por ignorar un mundo más rico y complejo de lo que se piensa.
Esta decisión no se corresponde, sin embargo, con la percepción que tiene la ciudadanía de los animales. Asociaciones en favor de los derechos de los animales, así como partidos políticos, creen firmemente en la inteligencia emocional de los animales.
En España, el Congreso de los Diputados aprobó en diciembre de 2017 que se les considerara “seres” sujetos de derechos y no bienes muebles. Poco a poco, vamos avanzando para cambiar la percepción que tenemos de los animales y de su forma de pensar;
Un escáner cerebral, la clave del descubrimiento
La noción de que otros animales pueden tener sentimientos no empezó a sopesarse hasta un tiempo, pero esta investigación trajo de nuevo la discusión.
Sin embargo, es importante recordar que otras disciplinas como la filosofía, también, se había preguntado por la conciencia en estos animales, sentimientos, derechos, etc.
El neurocientífico Gregory Berns, de la Universidad de Emory, decidió centrar sus esfuerzos en averiguar si los canes pueden sentir emociones. Su idea fue entrenar a una serie de ejemplares para poder someterlos a un escáner cerebral.
Gracias a esta prueba, Berns pudo mapear el cerebro de los animales y ver cómo respondían a los diferentes estímulos que se les presentaban. Los resultados aparecen en su libro What It’s Like to Be a Dog.
Un estudio publicado en la revista Science ya había afirmado que los perros podían procesar la información de forma similar a la de los humanos.
En este ensayo se probó que su hemisferio izquierdo reaccionaba a las palabras, mientras que el derecho lo hacía por la entonación con la que se pronunciaban.
La historia de Callie, el primer ejemplar sujeto de estudio
Callie, una hembra mestiza de Terrier, fue adoptada por Berns en un refugio local. No la escogió por ninguna razón en particular; Callie era curiosa y, como muchos otros terrier, estaba llena de energía.
En primer lugar, Berns decidió construir un simulador en su casa para habituar al animal a los típicos ruidos que suelen emitir los escáneres en un hospital. Para poder hacer esto, grabó los sonidos que producían los imanes de las máquinas y los reprodujo en casa mientras jugaba con Callie.
Los sonidos de la máquina, inicialmente, se reproducían a un volumen muy bajo, que Berns fue subiendo progresivamente; el proceso duró entre dos y tres meses, y resultó ser más fácil de lo esperado.
Con este primer éxito, se abrió la puerta para que más ejemplares se unieran al proyecto.
Un núcleo caudado similar en perros y humanos
El núcleo caudado es una estructura presente en lo más profundo de los hemisferios cerebrales. Es un elemento común a todas las especies, especialmente en los mamíferos, y esencial en la recepción de dopamina.
El núcleo caudado está en activo en el momento en el que el sujeto alcanza el denominado ‘estado de anticipación’: una vez recibe la información, se producirá un proceso de toma de decisiones por el que se determina qué hacer con ella. Si se trata de algo positivo, este estado es más intenso.
Esta estructura cerebral se activa de forma análoga tanto en canes como en humanos, y bajo las mismas condiciones. Las claras diferencias de tamaño (el cerebro del perro es del tamaño de un limón) provocan, sin embargo, que no tengan las mismas capacidades que nosotros.
Entonces, ¿los perros pueden querernos?
En el experimento, se les mostraron dos objetos. Se les había adiestrado para identificar a uno de ellos con comida y al otro con la aparición de su dueño diciendo “¡Buen chico!”. Algunos perros prefirieron el primero; otros, el segundo.
No existe una respuesta categórica en este aspecto. Las reacciones se produjeron a partes iguales. El tipo de relación que hayan desarrollado con su amo marcará la diferencia.
Así, los perros, como todos los demás animales, tienen la capacidad de sentir y es momento de que dejemos de pasar por alto esta condición que los pone junto a nosotros. Su corazón y sus sentimientos importan, y hoy que podemos verlo, ya no lo olvidaremos.
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