Hay una foto que se ha quedado grabada en mi memoria: la de la princesa Diana y Michael Jackson juntos, en un encuentro fugaz pero significativo.
Al principio, puede parecer solo una breve interacción entre dos gigantes del entretenimiento, pero si nos detenemos a observar más de cerca, descubrimos que este momento fue el principio de una historia mucho más profunda.
Diana, la «Princesa del Pueblo», como la llamaban, era conocida por su amor por la música. Su pasión no se limitaba a un solo género; de hecho, ella era fanática de grupos como Duran Duran,
pero también tenía en su colección discos de Michael Jackson, incluyendo los icónicos «Thriller» y «Bad». Y es justamente gracias a esta pasión por la música que Diana conoció a Michael en 1988,
cuando ella y su entonces esposo, el príncipe Carlos, asistieron al concierto de Jackson en el estadio de Wembley, en Londres. Aquella fue la primera y última vez que se encontraron en persona.
En una entrevista con Barbara Walters en 1997, Michael confesó que estaba nervioso al conocer a Diana, lo cual se notaba claramente en las fotos de ese día.
Sin embargo, a pesar de la tensión de ese primer encuentro, Diana se mostró cálida y cercana, algo que Michael no tardó en admirar profundamente.
La historia detrás de ese primer encuentro fue aún más fascinante. Durante el concierto, Jackson tomó una decisión que sorprendió a todos: decidió eliminar la canción «Dirty Diana» de su lista de canciones, ya que temía que pudiera ofender a la princesa.
Sin embargo, Diana le pidió que la cantara, insistiendo en que no había problema. Finalmente, Michael accedió y la interpretó, lo que fortaleció aún más su vínculo.
Michael no solo sentía admiración por Diana, sino un respeto profundo. Le regaló dos chaquetas miniatura de su tour a sus hijos, el príncipe William y el príncipe Harry, un gesto que conmovió a la princesa.
Mientras él cantaba, Diana, una auténtica amante de la música pop, no podía dejar de moverse al ritmo de las canciones, mientras que el príncipe Carlos permaneció sentado, distante y algo desconectado de la experiencia.
Lo que muchos no sabían era que este primer encuentro los acercó de una manera muy especial. Michael reveló años después que él y Diana compartían largas conversaciones telefónicas, a veces hasta altas horas de la noche.
Según él, estas charlas se centraban en sus hijos, la prensa y las presiones del mundo en el que vivían. Ambos habían vivido bajo una constante invasión de la prensa, una realidad que los unía profundamente.
Matt Fiddes, exguardaespaldas de Jackson, reveló que Michael estaba «enamorado» de Diana, y aunque nunca se confirmó si sus conversaciones nocturnas realmente ocurrían de manera tan íntima,
es claro que ambos encontraron en el otro una especie de refugio emocional.
El mundo de los paparazzi y la constante vigilancia mediática era una carga que ambos soportaban, y la empatía que compartían por esa razón creó un lazo inquebrantable entre ellos.
Sin embargo, esa relación nunca llegó a ser algo más allá de una profunda amistad y apoyo mutuo.
El impacto de la muerte de Diana en Michael fue devastador. Cuando recibió la noticia de su trágica desaparición en 1997, Michael se desplomó, tan afectado que tuvo que ser reanimado con sales aromáticas.
Su dolor fue tan grande que canceló su actuación en Bélgica, ante miles de fans, y en lugar de asistir al funeral, participó en una misa en Los Ángeles.
Allí, vestido de negro, y rodeado de sus guardaespaldas, rindió homenaje a la princesa. «Te quiero, Diana. Brilla y brilla siempre, porque eres una verdadera princesa del pueblo», dijo con lágrimas en los ojos.
Aunque nunca fue al funeral de Diana, Michael mantuvo viva su memoria. En varias ocasiones, expresó su tristeza por su partida, recordándola como una de las personas más dulces que jamás haya conocido.
Compartían un entendimiento único sobre las dificultades de ser figuras públicas, y solían consolarse mutuamente por el dolor de ser observados constantemente.
Mirando hacia atrás, la foto de Diana y Michael juntos no solo captura el instante de un encuentro único, sino también un reflejo de dos almas que, aunque vivieron vidas públicas, encontraron en el otro una conexión genuina.
Una conexión que, tristemente, no tuvo la oportunidad de desarrollarse más, ya que ambos partieron demasiado pronto, dejando detrás una historia que aún nos conmueve profundamente.