Mi amigo Mark secuestró a mi hija… ¡Pero luego hizo algo aún peor!

ENTRETENIMIENTO

Nunca imaginé que un hombre que conocía desde hace años podría actuar de manera tan traicionera.

Marek, quien había compartido muchas aventuras conmigo, invitó a mi hija Olga a trabajar en su empresa en el extranjero.

Al principio parecía una casualidad afortunada, pero pronto se reveló que la realidad era mucho más complicada de lo que había pensado.

Olga siempre fue mi debilidad. La hija que más quería, aunque mi esposa siempre decía que los otros dos niños se sentían desatendidos.

Era cierto, Olga siempre tuvo mi total apoyo. Era inteligente, ambiciosa, pero después de terminar la universidad, algo no encajaba en su vida profesional.

La idea de que fuera a España a trabajar con Marek parecía perfecta.

Esperaba que esa experiencia le ayudara a salir del bache en el que cayó después de varios intentos fallidos de encontrar empleo.

«Marek, por favor, consigue algo para Olga», le dije cuando finalmente logré comunicarme con él. «Ella necesita sentir que es valiosa, y tú tienes las oportunidades allá.»

«¡Por supuesto! Que venga. Conozco el mercado español, encontraré algo para ella», respondió Marek con total confianza.

Cuando Olga llegó a España, al principio todo parecía ideal. Estaba encantada con su nuevo trabajo y el entorno. Me llamaba casi todos los días, contándome lo bien que le iba.

Todo parecía marchar de maravilla hasta que un día recibí una carta. Una invitación de boda.

¡Olga se casa con Marek! Sentí como si el suelo se desmoronara bajo mis pies. No podía creer lo que estaba leyendo.

«¿Cómo pudiste hacerme esto?» dejé un mensaje en su buzón de voz. «¿Cómo puedes, Marek? ¡Es mi hija! ¡Esto es repugnante!»

No podía creer que el hombre con el que había compartido tantas experiencias ahora fuera a ser mi yerno.

Quería volar inmediatamente a España para hablar con él seriamente, pero sabía que no serviría de nada.

Cuando Olga regresó brevemente al país, su madre notó al instante que algo no estaba bien.

«Se ha enamorado», dijo tras mirarla. «Se le nota en los ojos.»

No quería escuchar eso, pero ya no podía negarlo. Nuestras conversaciones se volvían tensas. Cada vez que intentaba expresar mis dudas, ella solo repetía:

«Papá, no entiendes. Lo amo.»

Con cada palabra suya, sentía cómo nos alejábamos cada vez más. Ya no era la pequeña niña a la que amaba con todo mi ser.

Marek, mucho mayor que ella, ahora iba a formar parte de nuestra familia. Me sentía traicionado, no solo por él, sino también por mi propia hija, que no lograba entender mi punto de vista.

Mi esposa trató de calmarme:

«Tienes que aceptarlo. Es su vida.»

Pero no podía reconciliarme con eso. Cada pensamiento sobre su boda me llenaba de ira.

Finalmente tomé una decisión: no iría a la boda. Era demasiado para mí.

(Visited 45 times, 1 visits today)
Califica el artículo
( Пока оценок нет )