Mi hijo, Tomek, regresó recientemente de un viaje. Lo que debía ser un simple y alegre reencuentro tras su regreso, se convirtió en algo mucho más inesperado.
Tomek no vino solo. Trajo consigo a su nueva novia, Ania. Cuando la vi, un extraño y desconcertante sentimiento me invadió.
Su rostro… me resultaba tan familiar, demasiado familiar. Intenté ignorarlo, pero era imposible.
Algo de mi pasado parecía resurgir en ese momento, como si hubiera salido de un ataúd olvidado.
“Mamá, ella es Ania. La conocerás mejor durante la cena”, dijo Tomek con orgullo mientras presentaba a su novia.
Recuerdos que había intentado enterrar, regresaron en un instante. Esa chica me recordaba a alguien de tiempos pasados.
A alguien que en su momento trastornó por completo mi vida. Mi corazón comenzó a latir más rápido y, en mi mente, aparecieron imágenes que jamás quise revivir.
La cena comenzó de manera normal, las conversaciones eran relajadas, pero yo sentía que estaba sentada sobre alfileres.
Cuando Ania se inclinó para tomar la sal, noté algo que no pasó desapercibido para mí: un tatuaje que sobresalía de su manga. En ese momento supe quién era.
La novia de mi hijo era hija de una mujer con la que había tenido un conflicto terrible en el pasado. Un conflicto que culminó con la salida de su familia de nuestra ciudad.
Ya no pude guardar silencio. Tenía que preguntarlo.
“Ania, ¿cuántos años tienes?”, le pregunté con el corazón acelerado.
Ania me miró confundida, pero respondió tranquilamente:
“Veintidós. ¿Por qué preguntas?”
Tragué con dificultad. Sentí cómo el pasado regresaba con fuerza, como si las puertas que pensaba cerradas se abrieran de par en par.
Su rostro era el de alguien que preferiría no recordar: una mujer que fue la causa de uno de mis mayores dolores. Miré a mi esposo, que estaba sentado a mi lado.
Él también observaba a Ania con evidente tensión. Sabía que era imposible que no notara el parecido.
“¿Quién es tu padre?”, le pregunté, sintiendo cómo todo se desmoronaba dentro de mí.
Ania parecía sorprendida por la pregunta, como si la hubiera descolocado.
“No lo sé. Mi madre nunca habló de él. Decía que no quería conocernos, pero… nunca indagué más sobre el tema.”
Mi esposo, que hasta ese momento había permanecido en silencio, de repente mostró una expresión sombría. En sus ojos vi algo que no había visto en años: miedo.
“Ania, ¿cómo se llama tu madre?”, le pregunté con voz temblorosa, aunque ya sabía la respuesta.
“Katarzyna Nowak. ¿La conocías?”
Sentí como si el suelo se deshiciera bajo mis pies. Katarzyna. La mujer con la que mi esposo tuvo un romance hace más de veinte años. Un romance que casi destruye nuestro matrimonio.
Le había perdonado en ese entonces, después de muchas conversaciones difíciles, de noches de lágrimas y promesas de que nunca más ocurriría.
Pero ahora, la verdad que intentaba enterrar, estaba frente a mí en la forma de esa joven.
Tomek miró de mí a su padre, confundido, al notar que algo no encajaba.
“Mamá, ¿qué pasa? ¿Por qué preguntas por su padre?”, preguntó preocupado.
“Ania…” empecé, sintiendo cómo las lágrimas llenaban mis ojos. “Tu padre… tu padre es… mi esposo.”
El silencio en la mesa fue ensordecedor. Todos se quedaron mirando. Tomek abrió los ojos, alternando su mirada entre mí y su padre, sin poder creer lo que acababa de escuchar.
“¿Qué?!” gritó finalmente. “¿De qué estás hablando, mamá?”
Ania me miraba fijamente, su rostro había palidecido.
“No puede ser…” susurró. “Mi madre nunca dijo quién es…”
Mi esposo permanecía inmóvil, con una expresión de piedra, como si la verdad lo hubiera golpeado de lleno. Sabía que él lo sabía, pero nunca tuvo el valor de admitirlo.
Y ahora, la verdad había salido a la luz de la manera más brutal.
“Lo siento”, susurró. “Lo siento por nunca haberte contado esto…”
Tomek se levantó de golpe, mirando a su padre con furia.
“¿Cómo pudiste ocultarlo?” gritó. “¡¿Cómo pudiste mentirnos durante todos estos años?!”
Sentí como si el mundo se desmoronara a mi alrededor. Ania, la novia de mi hijo, era la hija del romance de mi esposo, un romance que intenté perdonar y olvidar durante tanto tiempo.