Tenía 18 años y pensaba que toda mi vida aún estaba por delante.
Cuando Zuzia, mi novia, me dijo que estaba embarazada, sentí una mezcla de sorpresa y felicidad. No estaba preparado, pero me prometí a mí mismo que asumiría la responsabilidad.
Al principio, todo parecía posible. Planeábamos nuestro futuro juntos, aunque los padres de ella no estaban muy contentos.
“Son demasiado jóvenes”, “No van a poder con eso”, “Van a arruinar sus vidas” – esas fueron las palabras que más escuché.
Cuando nuestro hijo Adaś nació, me sentí listo para enfrentar el desafío. Pero entonces ocurrió algo que no esperaba.
Zuzia cambió después del parto. Estaba agotada, deprimida, y cada conversación terminaba en discusión.
Un día, mientras visitábamos a sus padres, escuché algo que me dejó sin palabras. Su madre anunció que habían decidido dar al niño en adopción.
“No tenemos otra opción. Es lo mejor para él”, nos explicaron.
Zuzia no dijo nada. Vi en su rostro que estaba de acuerdo. “¿Y qué pasa con mi opinión?” – le pregunté. “Ni siquiera tienes trabajo, ¿cómo vas a mantenerlo?” – respondió su padre.
No pude soportarlo. Adaś era mi hijo, y no podía imaginarme la vida sin él.
Padre soltero contra el mundo
Esa noche empaqué las cosas de Adaś y me fui de la casa de Zuzia. Regresé a la casa de mi madre, que, a pesar del shock y de sus dudas iniciales, decidió ayudarme.
Fue difícil – tuve que abandonar la escuela para trabajar y mantenernos.
Las primeras semanas fueron muy duras, casi no dormía, aprendiendo a cambiar pañales y lidiando con los llantos de mi hijo.
Zuzia no quería tener nada que ver con nosotros. Al final, sus padres mantuvieron su decisión. Estábamos solos – Adaś y yo.
La verdad que salió a la luz
Durante los siguientes años hice todo lo posible por darle a Adaś una vida normal. Me inscribí en estudios a distancia, conseguí un trabajo mejor y poco a poco me recuperé.
Un día, cuando Adaś ya tenía 5 años, Zuzia me contactó por primera vez.
Resultó que sus padres no solo la obligaron a dar a su hijo, sino que la manipularon durante años.
Zuzia quería volver, pero su presencia alteró nuestra paz. Adaś no sabía quién era esa mujer, y yo no quería que regresara a nuestras vidas.
“Quería recuperarlo”, me dijo, pero ya era tarde. Mi vida giraba en torno a Adaś, y sabía que siempre seríamos solo los dos.