„Marido humilla a esposa – ¡Escándalo que sacudió las redes sociales!“

ENTRETENIMIENTO

Ivan estaba increíblemente feliz hoy. Nunca en su vida había experimentado tanta euforia y exaltación emocional. ¡Un hijo! ¡Había tenido un hijo! ¡Dios mío, casi no podía creerlo, ahora era padre!

El joven acababa de regresar del hospital, adonde había llevado a su esposa Nastja en la noche, completamente aterrorizado. Ahora estaba compartiendo la maravillosa noticia con toda su familia y amigos:

– ¡Un niño! ¡3,600 gramos, 53 centímetros!

Dijo esas cifras de manera tan solemne que parecía que en ellas se escondía un significado especial, casi sagrado.

– ¿Y cómo está Nastjusha? – preguntó la madre de Ivan, Aljewtina Sergeyevna, preocupada.

– Todo bien, parece. Está descansando, durmiendo.

– Mi pobre hija, ha pasado por mucho, – suspiró la suegra. – ¡Pero todo va a estar bien!

Al mediodía, después de descansar un poco tras el parto, Nastja llamó por teléfono:

– Nuestro Ilyushka ya lo han traído para alimentarlo, ¡y enseguida empezó a succionar con tanta fuerza, imagínate! ¡Sabía perfectamente lo que tenía que hacer!

– Envíame una foto, al menos quiero ver un poco a mi hijo, – le pidió Ivan.

¿Por qué Nastja vaciló por un momento? ¿O se lo imaginó Ivan?

– Está bien, – dijo ella después de una breve pausa, – Te la envío enseguida, solo tengo que terminar de darle de comer.

Aproximadamente diez minutos después llegó el mensaje. Ivan lo abrió y se quedó un momento desconcertado. En la pantalla vio un bebé diminuto, de ojos azules.

No se parecía en nada a los recién nacidos que había visto en revistas o en la televisión.

Estaba rojo, con la piel arrugada, mirando el mundo con una expresión seria, casi malhumorada, como si quisiera preguntar: “¿Dónde estoy?” ¡Su poco cabello y sus cejas eran rojos!

– ¿No es hermoso? – llegó el mensaje de Nastja.

– ¡Sí! – respondió Ivan, pero después de un breve momento de reflexión se atrevió a preguntar: – Cariño, ¿por qué está rojo?

– Bueno, ¡así nació! – contestó la esposa. – ¿De dónde voy a saberlo? ¡La genética es una cosa sorprendente!

Esa respuesta no satisfizo a Ivan. De repente, toda su alegría se desvaneció, se esfumó, y dio paso a pensamientos oscuros.

Recordó cómo conoció a Nastja.

Ella era estudiante y trabajaba en una cafetería de verano para ganar algo de dinero, y Ivan fue allí con su amigo Pasha para escapar del calor.

Ambos se fijaron de inmediato en la bonita y delicada rubia, que se movía hábilmente entre las mesas, ofreciendo una sonrisa abierta y amigable a los clientes.

Los dos jóvenes intentaron, uno tras otro, entablar conversación con la simpática camarera, compitiendo en bromas y buscando impresionar con algo divertido.

Y ella solo se reía a carcajadas, observando divertida sus torpes intentos de iniciar una charla. Al final, ninguno de los dos le dio su número de teléfono.

Ahora, cuando Ivan pensaba en aquel día, no podía evitar sonreír: en ese entonces, con Pasha, se veían realmente muy tontos.

Ambos jóvenes, sin haberlo planeado, comenzaron a ir casi todos los días a la cafetería, pero siempre por separado. Cada uno quería agradar a Nastja y ganarse su afecto.

Un día, cuando Ivan volvió a la cafetería, encontró a Pasha conversando con la camarera. Nastja reía feliz, se veía tan contenta que Ivan sintió un pinchazo de celos.

– ¿No habías dicho que ibas a entrenar todo el día en el gimnasio? – le preguntó a su amigo con frialdad, cuando se acercó a la mesa.

– ¿Y tú, no ibas a ayudar a tus padres en el campo? – replicó Pasha.

Cuando Nastja vio que la atmósfera empezaba a tensarse y que los dos amigos se miraban con desconfianza, decidió aclarar las cosas.

– Por favor, dejen de pelear, – dijo ella, extendiendo las manos en señal de calma. – Ustedes dos son unos chicos maravillosos, y sé que a ambos les gusto.

Pero para que no haya malentendidos, quiero tomar una decisión final. Lo siento, Pasha, pero me he enamorado de Ivan.

Por favor, no te enojes, el corazón a veces quiere cosas diferentes. Pero contigo también tengo una relación maravillosa, y si lo aceptas, te consideraré como un amigo.

Pasha se quedó pensativo por un momento, pero luego se repuso rápidamente:

– Gracias por tu sinceridad, – dijo con calma. – Claro que nuestra amistad no cambiará, tanto si estás con Ivan como si no.

Han pasado tres años desde entonces, Ivan y Nastja se casaron y formaron una familia. Pasha fue el testigo en su boda, y luego los visitaba con frecuencia, siempre trayendo flores y regalos.

Cuando supo que la pareja tendría un hijo, se alegró muchísimo.

– Espero que me elijan como padrino, – dijo con una sonrisa. – ¡No creo que puedan hacer una mejor elección!

Ahora, mientras Ivan pensaba en todos esos momentos, su ánimo se volvía cada vez más sombrío. Los celos apretaban su corazón, la ira nublaba su mente, y no dejaba espacio para pensamientos racionales.

– No, Nastja no es así. Nunca me habría engañado, – murmuraba el joven padre para sí mismo, pero en lo profundo de su ser, una pequeña duda se colaba: tal vez ella sí lo había sido.

Finalmente, Pasha era el único de su entorno que tenía el cabello rojo fuego y un rostro alegre, lleno de pecas.

El alta del hospital fue tensa y agitada. Por mucho que Ivan lo intentara, no podía ocultar sus dudas.

Estaba serio y sombrío, evitaba mirar a su hijo, y cuando su esposa le pidió que sostuviera al niño, la miró de una manera que la asustó.

Después de que pusieron al niño en su cuna, Nastja decidió finalmente averiguar qué le sucedía a su querido y atento esposo.

– Vanya, veo que algo te está molestando, ¡compártelo conmigo! – le pidió con cariño, tratando de abrazarlo.

Pero de repente, él la empujó bruscamente y gritó:

– ¿Y desde cuándo tienes algo con Pasha?

– ¿Qué? – preguntó ella confundida.

– ¿Me tomas por tonto? ¿No ves en quién se parece el niño?

Nastja entendió que él pensaba que el niño era de Pasha, solo porque este tenía el cabello rojo.

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