„Marina ve a su hijo probarse un traje nuevo – ¡el gran día está casi aquí!“

ENTRETENIMIENTO

Marina observaba a su hijo Ilja, quien se encontraba frente al espejo ajustando su nuevo traje.

Alto, apuesto y con el cabello castaño oscuro, al día siguiente su hijo se casaría. Era casi increíble lo rápido que había pasado el tiempo.

Ilja se dio vuelta frente al espejo, asintió satisfecho y dijo con una sonrisa: «Moderno, ¿verdad? Se ve caro.» Marina pensó para sí misma:

«Carísimo lo es,» pero solo respondió: «Me alegra que te quede perfecto. Seguramente voy a llorar cuando te vea con el traje.»

Pero entonces la conversación tomó un giro inesperado.

Ilja preguntó de repente si realmente iba a ir a la boda, aunque habían acordado previamente que ella no asistiría.

Con una mirada preocupada, explicó que su futura esposa provenía de una familia muy rica y respetable.

«Vas a sentirte fuera de lugar,» dijo, «y yo solo me avergonzaría de ti.»

Para Ilja, la idea de que su madre, una simple trabajadora doméstica, apareciera en la boda era incomprensible.

Marina, con el corazón a punto de romperse, intentó controlar las lágrimas.

Había luchado toda su vida por él, le había dado todo, y ahora era él quien se avergonzaba de ella.

Ilja, al darse cuenta de que ella comenzaba a llorar, cortó la conversación y se fue rápidamente.

A la mañana siguiente, cuando Ilja ya se había marchado, Marina quedó sola. Sus pensamientos daban vueltas sin cesar. Tomó un viejo álbum de fotos de su cajón.

Era lo único que quedaba del pasado.

Las fotos amarillentas trajeron recuerdos de su niñez en el orfanato, de los duros años trabajando como camarera y de su primer gran amor.

Era una época llena de dolor, pero también de esperanza, una época en la que nunca se dio por vencida, a pesar de todo lo que la vida le había exigido.

Una foto la mostró junto a un hombre: Maksim. Lo había conocido cuando era joven, trabajando en una pequeña cafetería.

Su relación nunca fue aceptada por su familia. El padre de Maksim siempre la rechazó, y su amor terminó fracasando porque la sociedad nunca aceptó su vínculo.

Pero los recuerdos de él seguían vivos en su corazón.

Mientras hojeaba el álbum, se encontró con otra foto que la conmovió profundamente: Ilja de pequeño, lleno de inocencia y confianza.

Sus ojos se llenaron de lágrimas. Siempre había intentado darle lo mejor, protegerlo, hacer de él un hombre mejor.

Pero, ¿alguna vez entendió lo que ella había sacrificado por él? ¿Alguna vez comprendió que ella había entregado su vida por él?

El día de la boda llegó, y Marina, a pesar de todo lo sucedido, decidió asistir. Había cambiado.

Ya no era la madre modesta que se ocultaba tras un vestido barato y un rostro sencillo. Se había redescubierto a sí misma.

Su cabello estaba perfectamente peinado, y el elegante vestido azul que se había comprado con sus ahorros la hacía lucir al menos diez años más joven.

Se sentía hermosa, orgullosa y fuerte. Era un momento de liberación.

Cuando entró en la ceremonia, la sorpresa de los invitados fue evidente. Los hombres miraban discretamente a la atractiva mujer rubia, y muchos se preguntaban quién era.

Pero Ilja no podía creer lo que veía. Al ver a su madre, una expresión de horror apareció en su rostro.

Era evidente que no esperaba que ella asistiera. Pero Marina no se dejó intimidar.

En medio de la celebración, de repente se cruzó con Maksim. Su corazón latió más rápido al mirar sus ojos. «¿Maksim?» preguntó, casi sin creerlo.

Él, igual de encantador que en su juventud, le sonrió. «Sí, es una verdadera casualidad. Tu hijo me invitó. Parece que he encontrado a la antigua Marina otra vez.»

Marina se sintió como si estuviera soñando al hablar con él. El pasado parecía cobrar vida de nuevo.

Se pusieron al día sobre los años que habían pasado, sobre sus vidas y sus historias de amor.

Maksim nunca dejó de pensar en ella, y ahora, muchos años después, la veía fuerte, hermosa e independiente.

Ilja, que observaba la conversación, no podía creer lo que veía. Marina, su madre, a quien siempre había considerado «la otra», de repente se convirtió en una mujer que no reconocía.

Pero lo que Ilja no sabía era que su madre ya no le importaba su opinión. Ella había tomado las riendas de su vida y estaba lista para ser finalmente feliz.

A medida que la fiesta continuaba, Ilja se dio cuenta de que nunca había conocido realmente a su madre. Y en un momento de claridad, corrió hacia ella y le preguntó: «¿Mamá, a dónde vas?»

Marina lo miró con una sonrisa tranquila y respondió: «Voy con él.» Tomó la mano de Maksim y se fue de la boda, que no solo significaba un nuevo comienzo para Ilja, sino también para ella.

Así fue como todo cambió. Ilja vio a su madre con nuevos ojos, mientras Marina redefinía su futuro junto a Maksim.

Ya no era la madre que se perdía en la sombra de su hijo; era una mujer que había luchado por su libertad y su felicidad.

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