La Llamada Secreta: El Poder de la Amistad que Salva Vidas

ENTRETENIMIENTO

Cuando el teléfono sonó en plena madrugada, Lena sintió un escalofrío frío recorrer su piel.

En la pantalla apareció un número desconocido, pero una extraña sensación de presagio la impulsó a contestar.

Al otro lado de la línea, escuchó una voz apagada, la de su antigua amiga Lera, a quien conocía desde siempre.

En su tono había pánico, y de inmediato Lena sintió un nudo de preocupación en su pecho.

— Lena, por favor, escúchame… Estoy en un gran problema, — dijo Lera, y su voz temblaba, como si estuviera luchando por contener las lágrimas.

Lena trató de mantenerse serena, aunque las preguntas y la ansiedad se agolpaban en su mente.

— ¿Qué ha pasado? ¿Dónde estás? — preguntó con una voz mucho más tranquila de lo que realmente se sentía.

Pero en lugar de una respuesta, el silencio se alargó.

Parece que Lera estaba buscando las palabras adecuadas o no se atrevía a decir algo más. Finalmente, con un profundo suspiro, le dijo:

— No puedo hablar de esto por teléfono. Eres la única en la que puedo confiar… Si no me ayudas, no sé qué va a ser de mí.

El miedo en el pecho de Lena creció, y su corazón comenzó a latir más rápido. No podía quedarse de brazos cruzados.

Se vistió rápidamente y se dirigió al lugar que Lera le había indicado.

La noche estaba fría y desierta, y Lena no podía deshacerse de la extraña sensación de que algo la esperaba, algo que cambiaría su vida para siempre.

Cuando por fin llegó al lugar, vio a Lera sentada en un banco en el parque.

Su rostro estaba pálido y agotado, con los ojos hinchados por el llanto, como si hubiera perdido toda la vitalidad que antes tenía.

— Lena… — susurró cuando la vio acercarse. — Me he metido en un lío horrible.

Debía una gran cantidad de dinero a personas muy peligrosas, y ahora me exigen que lo devuelva… No me queda nada, excepto tú.

Lena escuchó atentamente, tratando de ocultar su sorpresa. Sabía que la situación era mucho más grave de lo que había imaginado.

— ¿Cuánto tiempo tienes? — preguntó, dándose cuenta de la urgencia del asunto.

Lera miró nerviosamente su reloj y susurró que solo le quedaban unos pocos días.

Lena asintió, comprendiendo que no era el momento de buscar culpables ni de perder tiempo en explicaciones. Le prometió a Lera que no la dejaría sola.

En los días siguientes, Lena se dedicó a buscar ayuda para su amiga.

Contactó a conocidos para juntar el dinero necesario, y después de un tiempo, logró reunir la cantidad requerida.

Lena decidió llevar el dinero ella misma, para evitar que Lera se expusiera a más riesgos.

Sin embargo, al entregarle el dinero, Lena sintió que la historia no había terminado.

Algo aún flotaba en el aire, y no podía quitarse la sensación de que un gran peligro seguía acechando a Lera.

Se prometió a sí misma que no dejaría de estar vigilante.

Unos días después, Lena se reunió nuevamente con Lera. Esta vez, Lera parecía más tranquila, casi como si hubiera recuperado el control de su vida.

Se sentaron en una cafetería, disfrutando de la tan esperada paz, y Lena notó cómo su amiga poco a poco volvía a la vida.

— Gracias, Lena. Me has salvado… Y me has mostrado que hay cosas en la vida que son más importantes que el dinero, — dijo Lera, con la voz quebrada por la emoción. — Tú eres mi verdadera familia.

Las lágrimas de alivio y alegría llenaron los ojos de ambas, y se abrazaron por largo rato.

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