Cuando conocí a Antoine, mi prometido, nunca imaginé que nuestra historia de amor nos llevaría a descubrir secretos familiares tan oscuros que cambiarían nuestras vidas para siempre.
Todo comenzó con una invitación a la casa de su familia en el corazón de la campiña francesa, un lugar pintoresco y encantador. Lo que debía ser una velada agradable con sus padres pronto se convirtió en una revelación inquietante que desveló una serie de misterios.
Conocí a Antoine el año pasado, durante su intercambio estudiantil en Estados Unidos. Desde el primer momento, nos entendimos a la perfección, como si nos conociéramos de toda la vida.
La pasión entre nosotros creció rápidamente, y cuando me propuso matrimonio, fue tan inesperado como dulce. No dudé ni un segundo. Ahora, era el momento de conocer a sus padres. Estaba emocionada, pero también un poco nerviosa.
«No te preocupes, todo irá bien. A mis padres les encantarás», me dijo Antoine mientras tomaba mi mano.
Sonreí, pero una sensación de ansiedad seguía latiendo en mi pecho.
Cuando llegamos a la antigua mansión de piedra, me sentí como si hubiera entrado en otro mundo. El jardín, con sus flores multicolores y el aroma a lavanda, parecía sacado de un cuento.
Los padres de Antoine, Claire y Robert, nos recibieron con abrazos cálidos.
«¡Bienvenue!» exclamó Claire, y su sonrisa inmediatamente disipó cualquier rastro de tensión. Robert, un hombre alto y serio, me ofreció su mano de manera cordial.
La noche transcurrió de manera amena, llena de risas, conversaciones fluidas en inglés y francés. La atmósfera era perfecta, como un sueño.
Pero todo cambió cuando Antoine se ausentó un momento. Fue entonces cuando escuché algo que nunca olvidaría.
De repente, sus padres comenzaron a hablar en francés, en voz baja, y lo que dijeron me heló la sangre.
«Es una chica encantadora, pero no estoy seguro de que sea la adecuada para Antoine», dijo Robert, lanzándome una mirada que me hizo sentir incómoda.
Mi corazón se apretó. ¿No era suficiente para su hijo? Pero eso no era todo.
«Tenemos que asegurarnos de que no descubra nuestro secreto», murmuró Claire.
Un escalofrío recorrió mi espalda. ¿Qué secreto estaban ocultando? Luego, escuché a Robert decir: «El objeto sigue allí, bajo la cama. Tenemos que conseguirlo antes de que Antoine lo encuentre.»
Mi pulso se aceleró. ¿Qué escondían en la habitación de Antoine, y por qué era tan crucial mantenerlo en secreto?
Cuando Antoine regresó, le susurré rápidamente al oído: «Por favor, mira bajo tu cama. Es importante, confía en mí.»
Él asintió confundido y se fue. Yo me quedé allí, sola, con la mente a mil por hora y las manos temblando. No tuve tiempo de procesarlo todo, cuando de repente, una sensación de mareo me invadió, y todo se volvió oscuro.
Desperté en una cama de hospital. Antoine estaba junto a mí, con los ojos llenos de cansancio y preocupación.
«Te desmayaste», dijo suavemente. «Los médicos dijeron que fue por el estrés. Pero hice lo que me pediste. Miré bajo la cama… y encontré algo.»
«¿Qué era?» logré preguntar, aún atónita.
«Una pequeña caja, cerrada», comenzó, su voz rota. «Dentro había cartas, fotos y un diario. Era de mi madre, pero no de Claire. Mi madre biológica tuvo una aventura con mi padre. Claire me crió para mantener la fachada.»
El silencio se apoderó de mí mientras intentaba asimilar lo que acababa de escuchar. Antoine continuó:
«En el diario decía que tengo derecho a una herencia, algo que proviene de mi verdadera madre. Pierre y Claire han intentado ocultármelo.»
Vi la rabia en sus ojos, pero su voz permaneció tranquila. «Voy a enfrentarlos. Pero no sé hasta dónde llegarán para proteger sus mentiras.»
Tomé su mano con firmeza. «Lo haremos juntos, pase lo que pase.»
Él asintió con determinación. «Sí, juntos.»
Desde ese momento, supe que lo que nos esperaba no sería fácil. Pero estábamos dispuestos a destapar todos los secretos y enfrentar juntos cada desafío.
Porque sabíamos que nuestra unión era más fuerte que cualquier mentira que intentara separarnos.