Cuando mi suegra Evelyn apareció en la puerta con una sonrisa arrogante y un pastel de manzana recién horneado, no imaginé que ese momento cambiaría mi vida para siempre.
“Dentro tienes una pequeña sorpresa”, dijo con una sonrisa sarcástica. Su tono de voz, siempre con esa extraña insinuación, me ponía nerviosa.
Era una tranquila noche de viernes, y Dylan supuestamente estaba en una llamada importante, mientras yo preparaba la cena. La visita inesperada de Evelyn no era nada nuevo, pero esta vez algo se sentía diferente.
“Qué amable de tu parte, Evelyn”, respondí, tomando el pastel. El aroma de manzanas frescas y canela invadió mis sentidos, pero el nudo en mi estómago no desapareció.
Evelyn entró y lanzó una mirada crítica a la cocina, como si estuviera buscando algo. “Pero deberías cortar el pastel tú sola”, añadió con un guiño significativo.
Sus palabras sonaban a advertencia, pero antes de que pudiera reaccionar, Dylan ya estaba en el marco de la puerta. Sus facciones se endurecieron al ver a su madre. “¿Qué haces aquí, mamá?” preguntó fríamente.
“Solo quería traer un pequeño regalo”, dijo ella en un tono casi canturreante, mientras sus ojos iban de uno a otro.
Durante toda la cena, el pastel se quedó en el centro de la mesa como una bomba de tiempo. Evelyn no dejaba de mirarlo, como si no pudiera esperar a que lo cortara.
“¿Quién quiere postre?” preguntó de repente, dando palmaditas en las manos.
Mi corazón latía con fuerza mientras hundía el cuchillo en el pastel. Después de unos centímetros, sentí algo duro. Confundida, lo saqué: una pequeña llave.
Mis manos temblaban. No era cualquier llave, era la llave de nuestro antiguo apartamento, el que habíamos dejado atrás hace tiempo.
Los ojos de Evelyn brillaron triunfantes. “¿Has encontrado la sorpresa?” preguntó con un tono inocente.
“Sí”, murmuré, mientras mi estómago se revolvía. “La he encontrado.”
Esa noche apenas pude dormir. Mis pensamientos eran un caos, y la llave parecía arder en mi bolso. ¿Qué significaba esto? ¿Por qué tenía Evelyn la llave? ¿Y por qué dentro de un pastel?
A la mañana siguiente, antes de que saliera el sol, supe que tenía que descubrir la verdad. “Voy a salir un momento”, le dije a Dylan, que estaba sentado medio dormido en la mesa de la cocina.
Él apenas reaccionó, lo cual despertó una nueva sospecha en mí.
Con manos temblorosas, conduje hasta nuestro antiguo apartamento. Cada metro me acercaba más a una verdad que temía descubrir. La llave encajaba perfectamente en la cerradura, y cuando abrí la puerta, se me cortó la respiración.
El apartamento no estaba vacío. Estaba completamente amueblado, como si alguien hubiera vivido allí todo este tiempo. Y en el sofá, leyendo un libro, estaba alguien a quien nunca esperé ver: Cynthia, la exesposa de Dylan.
Cuando me vio, se levantó de un salto, sobresaltada. “¿Melanie? ¿Qué haces aquí?” Su voz temblaba.
“Podría preguntarte lo mismo”, respondí, levantando la llave en el aire.
Los ojos de Cynthia se agrandaron y retrocedió un paso. “Lo… lo siento. No pensé que lo descubrirías así.” Su voz era apenas un susurro.
“¿Qué… qué significa todo esto?” pregunté, pero en el fondo ya sabía lo que estaba pasando. “¿Desde cuándo?”
“Desde hace años”, admitió Cynthia finalmente. “Él nunca dejó el apartamento. Nos volvimos a acercar… al principio solo para hablar. Luego… fue algo más.”
El peso de sus palabras me golpeó como un puñetazo en el estómago. “¿Y todas esas noches en las que supuestamente trabajaba tarde?” Mi voz sonaba extraña en mis oídos.
Cynthia asintió, con lágrimas en los ojos. “Lo sé, lo siento. Pero él nunca me dejó realmente.”
Mis pensamientos corrían a toda velocidad. Las mentiras, las excusas, las noches en soledad, todo encajaba de repente. Evelyn lo había sabido todo el tiempo, y el pastel era su silenciosa manera de revelarme la verdad.
Cuando volví a casa, me sentía vacía. Las palabras que quería decir ardían en mi lengua, pero cuando vi a Dylan sentado en la mesa de la cocina, disfrutando del pastel, supe que no había nada más que decir.
“Dylan”, dije finalmente, con la voz firme y tranquila. “Tenemos que hablar.”
Se quedó paralizado, y el trozo de pastel se le cayó de las manos. “¿De qué estás hablando?”
“Sé todo”, susurré, mirándolo fijamente. “Sobre Cynthia, sobre el apartamento, sobre las mentiras. Y Evelyn… ella también lo sabía.”
Su rostro se puso pálido, y en ese momento me di cuenta: se había acabado. Mi matrimonio llevaba roto mucho tiempo, solo que yo no había querido verlo.
“Todo empezó con un pedazo de pastel de manzana”, susurré mientras me dirigía hacia la puerta.
“Confort y Serenidad: El Nuevo Hogar del Príncipe William y Kate Middleton”