**Vecina arrogante deja que sus invitados se estacionen siempre en mi entrada – Apuesto a que no les gustó mi venganza**
Para **Susan**, los viernes se habían convertido en una verdadera pesadilla. No era el trabajo ni las dificultades del día a día lo que la molestaba, sino **Jessica**, su vecina engreída, cuyos invitados se habían acostumbrado a estacionarse sistemáticamente en la entrada de Susan.
### El punto de quiebre
Después de muchos viernes arruinados, Susan decidió tomar cartas en el asunto. Su paciencia había llegado al límite: la despreocupación y la arrogancia repetidas de Jessica la habían agotado por completo.
### La frustración crece
Cada viernes por la noche, Susan llegaba a casa, agotada tras su larga jornada laboral. Pero en lugar de encontrar paz en su hogar, siempre se topaba con un vehículo ajeno estacionado en su entrada, bloqueando el acceso. Con cada incidente, su enojo, que apenas lograba contener, crecía un poco más.
En varias ocasiones confrontó a Jessica: «**Jessica**, esto no puede seguir así». Pero su vecina simplemente se encogía de hombros con desdén, respondiendo: «Es solo por una noche. Puedes estacionarte en la calle».
### El incidente que colmó el vaso
Una noche, la situación dio un giro dramático. Susan recibió una llamada angustiante de su madre, quien necesitaba ser llevada de urgencia al hospital. Sin perder tiempo, corrió hacia su auto, pero, una vez más, su entrada estaba bloqueada por uno de los invitados de Jessica.
Desesperada y presionada por la urgencia, tuvo que llamar a un taxi para llegar a tiempo. Este evento fue un punto de inflexión para Susan: ya no podía permitir que su vecina actuara sin consecuencias. Esta vez, estaba decidida a defenderse.
### Una venganza bien planificada
El viernes siguiente, Susan se preparó con determinación. Como lo esperaba, los invitados de Jessica volvieron a estacionarse en su entrada. Pero esta vez, Susan tenía un plan. Estacionó cuidadosamente su propio auto de manera que bloqueaba por completo los vehículos indeseados.
Cuando Jessica, furiosa, llamó a su puerta exigiendo que moviera su coche, Susan se mantuvo tranquila. Con una sonrisa fría y una voz firme, respondió: «No, Jessica. Estoy harta de tus fiestas y de los problemas que causan. Esta es mi entrada, y no moveré mi coche».
### La llegada de la policía
Furiosa y frustrada, Jessica decidió llamar a la policía, convencida de que las autoridades obligarían a Susan a mover su vehículo. Pero Susan había previsto esta reacción. Cuando llegó el **oficial Miller**, Susan jugó inteligentemente su carta maestra: fingió estar demasiado ebria para conducir.
Después de evaluar la situación, el oficial Miller declaró: «Si ha bebido, no puede conducir. Y mientras su vehículo esté estacionado legalmente en su propiedad, no podemos hacer nada». Jessica, furiosa, no tuvo más remedio que resignarse.
### La conclusión decisiva
A la mañana siguiente, Susan decidió ir un paso más allá. Presentó una queja formal para asegurarse de que su situación no se repitiera. El oficial Miller volvió y multó a los invitados de Jessica por haberse estacionado ilegalmente en la entrada de Susan.
La historia se propagó rápidamente por el vecindario, y muchos encontraron la reacción de Susan completamente justificada, incluso divertida. Desde ese día, nadie se atrevió a estacionarse en la entrada de Susan.
Fue la victoria definitiva de Susan sobre su vecina arrogante.