Todos los perritos y demás animales merecen todo el cariño del mundo, pero indudablemente hay algunos que hacen historia y nos dejan una huella imborrable.
Ese es el caso de Buddy, un perrito que vivía en Argentina. Tenía 14 añօs de edad y era nacionalmente conocido como el «Perrito Canillita», debido a su vocación de repartidor de periódico.
Buddy se hizo muy popular por su gran inteligencia y astucia, pues iba todas las mañanas a la tienda solito con una bolsita en su hocico que cօntenía dinero. Caminaba por las calles con mucho cuidado, mirando a ambos lados antes de cruzar.
Cuando llegaba a la tienda, esperaba pacientemente a que la vendedora le llenara su bolsita mientras movía con emoción su colita y luego se iba mսy feliz de regreso a casa.
Pero tristemente, el mundo ahora se viste de lսto porque Buddy ya cruzó el arcoíris.
Se hizo famoso por un vídeo en el que se lo podía ver caminando desde el puesto de venta de periódicos de su dueño Alberto hacia una tienda que vendía comida para mascotas, en Castelli y Charlone.
“Por más que lo empujaras para cruzar, no lo hacía si yo no le daba la orden. Era super inteligente. La primera vez que fuimos hasta la tienda de la esquina a comprar su comida y le dejé dicho a la chica que él iba a ir solito con su bolsita y el dinero, me miró raro”, dijo su dueño.
El perrito Buddy compraba su comida y regresaba con ella en una bolsa en el hocico
Buddy despertó los más tiernos sentimientos en toda la gente que lo conoció. Albertó contó entre lágrimas cómo un día una señora esperó a cobrar su sueldo para pagar un taxi y venir desde lejos para conocer al famoso perrito y tan sólo poder acariciarlo.
En otra ocasión a una vecina de Alberto le mostraron el vídeo del perrito en un restaurante en Francia.
¡Era toda una celebridad!
perrito
Alberto relata que en sus planes nunca estuvo comprar al pequeño Buddy, pero que su hija que en ese entonces tenía sólo 10 años vio una película y quería un perro igual.
Aunque le hizo ver que lo mejor es adoptar, por las casualidades de la vida justo le ofrecieron un cachorro, que era el último de una camada que había quedado rezagado de su mamá. Así que pagó un precio simbólico por él.
El dueño del puesto de periódicos está muy orgulloso de haber sido el padre humano de tan buen perro, que se ganó el aprecio de miles. Pero ciertamente, siente mucha tristeza de que ya no esté más junto a él.
Debido a que era tan conocido, un vecino ofreció parte de su terreno para que fuera enterrado ahí, en la zona donde Buddy vivió. Así que Alberto tiene la tranquilidad que podrá ir a visitar sus restos cuando quiera.
“Sus análisis estaban perfectos, se vino abajo en cuestión de días. Tenía que ayudarlo a pararse y para que comiera le mojaba el alimento con pan y leche.
No sufrió, no tuvo dolor, el veterinario me dijo que un perro de este tamaño no vive más de 10, 12 años. El llegó a los 14 y bien de salud. Me consuela saber que el gordo murió sin sufrir y que descansa tranquilo”.
Dice que cada vez que alguien le pregunta por él, más que ponerse a llorar, se alegra de recordar a ese ser tan especial que lo acompañó por tantos años.
«Era mi amigo, mi familia. Te hacía el aguante en todo, siempre hacía caso, quería comer todo el día, tuvo una vida hermosa, acariciado y mimado por toda la gente que se acercaba a mi puesto de trabajo», concluye Alberto.
Nos apena que un grande como Buddy haya tenido que partir, pero nos alegra que haya estado rodeado del cariño de toda la gente que lo conoció.
Vivió 14 años de mimos y caricias como premio a su gran dulzura y fidelidad. Es el destino que merecen todos los perros del mundo. ¡Vuela alto, pequeño Buddy!